Escuchando
Estoy atento a un sonido más allá del sonido
que merodea la tierra nocturna de mis sueños,
entrando en cuartos de luz-fósil
tan antigua que están atestados de verdad.
Estoy atento a un sonido más allá de nosotros
que recorre la invisible escalerilla
de la espina dorsal hacia la biblioteca órfica.
Donde rebeldes libros se deleitan con la incesante luz.
Impresas en gris, diminutas letras con la profundidad de arenas movedizas
bordadas con tal esmero que
convierten en espíritu al espectro, y a Dios,
en un telescopio vuelto hacia atrás sobre sí mismo
soñándonos despierto.
Pensamientos que jamás florecen me rodean
como una regata de barcos sin tripulación.
Escucho como un leopardo,
amontonando la cuarentena de cuerpos
golpeados por el monzón de inmóviles corazones.
Hay cierta magia
en el latido que colma el sonido que busco,
pero aún está por debajo del latido que deseo seguir.
Bajo el sonido de todas las cosas
amontonadas frente a las antenas rastreadoras
que orientan sus cabezas al sonido de las estrellas.
Estoy atento a un sonido no soplado
tan vacío que observa directo con la pureza para espiar
dentro de la negra demencia del tiempo
sembrando visiones que oscilan en nuestras entrañas
produciendo formas radiantes como el sustrato de nuestra forma.
Cuando miro la aguja del compás
veo la espada de la humildad
sesgada por una fuerza que interrumpe como lluvia violenta
enviada a tubos de alcantarilla.
Corriendo subterránea
por canales de concreto que trepidan
burlándose de nosotros como si estuviéramos perdidos
en el mundo-cielo sin ningún canal para nuestro paseo.
Estoy atento a un sonido
en tu voz,
más allá del terreno enmalezado de tu puerta
donde mi oído está escuchando
al otro lado.
Bajo tu corazón donde las palabras
se vuelven delicadas
y la luz consume la delicada
construcción de vidas entremezcladas.
Solo puedo estar atento al sonido
que sé que está allá,
brillando en ese impronunciable,
desnacionalizado estado,
extraído de miembros tan inocentes
que reparan la carne de los corazones.
en tu voz,
más allá del terreno enmalezado de tu puerta
donde mi oído está escuchando
al otro lado.
Bajo tu corazón donde las palabras
se vuelven delicadas
y la luz consume la delicada
construcción de vidas entremezcladas.
Solo puedo estar atento al sonido
que sé que está allá,
brillando en ese impronunciable,
desnacionalizado estado,
extraído de miembros tan inocentes
que reparan la carne de los corazones.
